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Eleconele: el tacto, la canción y el olor de lo artesano

A veces las cosas no suceden como esperamos o tenemos planeado, y ese azaroso origen es también el de eleconele.

Nos pasamos la vida haciendo planes, apuntando en agendas preciosas que nos acompañan de aquí para allá e inmersos en nuestra rutina, cuando de pronto la vida te sorprende y pone todo del revés, en esos momentos tú eliges como afrontarlo, es lo único certero que tienes: la actitud.

En esas estaba, cuándo sentí que imitar a mi abuela, desempolvar sus agujas del punto y comprar un par de ovillos sería una buena opción para calmar tempestades en mi cabeza y hacer algo artesanal, bonito y seguir una tradición que en mi familia se estaba perdiendo. Esas mañanas caseras, mientras todos estaban en sus quehaceres, daban para tricotar y mucho más que unas simples bufandas, estaba tejiendo la historia de mi vida.

Tras esas primeras prendas de ropa infantil, llegaron las siguientes y después la máquina de coser, las clases de costura, y eleconele. Mi mente desconectaba de los problemas al ritmo del pedal de la máquina e imaginaba un proyecto que me daría las alas para volar de nuevo.

No me importaron las caras de sorpresa, las miradas de te has vuelto loca. Sólo me quedaba con las palabras de ya verás cómo sí; sí no lo intentas nunca lo sabrás…

Y la madeja se iba deshaciendo mientras eleconele se convertía en realidad y transformaba cada retal en una falda, camisa, vestido…y cada ovillo en un pelele, chaqueta, patucos… esas piezas tienen parte de mí, de mi historia y también de la tuya, porque mientras la diseño, la coso, la tejo o incluso la envuelvo, pienso en esa personita que la va a lucir, y deseo que comparta momentos únicos con ella y sobretodo en las prendas de punto, que la guardes cómo  un tesoro, porque están hecha a fuego lento, con algodones y lanas de primera calidad para que resistan el paso del tiempo y cuenten muchas historias vividas.

En la época que vivimos, donde prima lo tecnológico, donde la falta de tiempo libre es una realidad, volver al slow life, dedicar un rato a recrearnos en lo hecho a mano, lo que nos devuelve a la infancia, tener una prenda que nos acompañe varias generaciones y que guardemos en esa caja de tesoros en un altillo, no te crea emoción?

La evocación de los sentidos de una manera relajada, sin prisas: el tacto suave cuando lo tocas, el sonido de la canción que te recuerda esa prenda, el olor de esa colonia cuando abres el cajón, el gusto por lo elaborado artesanalmente y la sonrisa que se te escapa cuando ves a tu peque sencillamente especial.

Si ya tienes esas prendas, conservarlas como se merecen les alargará la vida y podrás disfrutar de ellas aunque pasen los años, lavarlas en agua fría, tenderlas en plano, guardarlas dobladas en papel de seda, pequeños tips sencillos pero útiles y que me gusta recordar.

Y supongo que a ti, como a mí, nos gusta saber la historia que hay tras cada prenda que adquirimos sobretodo para los más pequeños, pues en eleconele ya sabes que mezclamos emoción, superación, reinvención, ilusión…todo ello para que tú lo disfrutes vistiendo a los que más quieres.

Te espero en mi próxima aventura: cómo un río que camina hacia el mar…